“A nuestra sociedad le haría bien que los jueces se insertaran un poco más en las instancias de diálogo, y no mantuviesen esa notoria distancia con los demás actores del sistema de la justicia. Casi no se los ve participar en la vida académica, asistiendo a los congresos de los especialistas, exponiéndose al diálogo y al fuego cruzado de la crítica civilizada; su lejanía del resto de los ciudadanos no es sana. Sería deseable verlos discutir y conversar más sueltamente. La vida académica no es sólo hacer clases, es también dialogar con los pares…”